Teatro detrás de una pantalla


Primera llamada. El silencio debe ser percibido en la espera de que actores y actrices salgan al escenario. En su lugar, unos audífonos nos oprimen los oídos para no percibir el ruido del hogar. Segunda llamada. El calor que provoca el estar hombro con hombro, butaca con butaca, desaparece y entonces nos hundimos en un espacio vacío y solitario. Tercera llamada. Salas y recintos teatrales han sido cerrados, artistas y técnicos se han quedado sin trabajo, solo nos queda el frío escalofriante de una habitación y una pantalla llena de imágenes en movimiento que hablan, hablan y siguen hablando. 

Las artes y en específico el teatro en países como México, siempre han vivido en un estado de crisis, pero esta crisis ha empeorado por la pandemia que atravesamos. Sin fin de compañías cancelaron sus temporadas teatrales, suspendieron ensayos, pospusieron sus proyectos. Esto sin duda trajo grandes problemas económicos, pero no solo eso, también trajo consigo mucha incertidumbre para quienes ejercen una profesión que requiere  el contacto personal y que su narrativa es basada en un acto de comunión, en un contexto que obliga el aislamiento social. 

 

Esta incertidumbre siempre ha existido en un país en donde solo se destina el 0.2% del Producto Interno Bruto al sector cultural. Este porcentaje, es de tan solo 13 mil 367 millones 480 mil 531 pesos, de los cuales aproximadamente 6 millones son "intocables" pues están destinados a servicios laborales. Del dinero restante, es necesario descontar el pago por bienes y servicios como: predial, luz, agua, mantenimiento técnico, vehículos y etc. 

 

Al final, lo que queda de todo el monto debe ser dividido entre museos, cine, teatro, música, danza, literatura y demás ramas del sector cultural. A pesar de que existió un aumento del año 2019 al 2020, no es un secreto que las áreas culturales  en México "son la primera opción si de recorte presupuestal se trata", nos dice María del Carmen Jefa del departamento de prensa de Teatro UNAM.

 

A raíz de esta pandemia han surgido debates alrededor de lo que llamamos "teatro online", cuestionando la naturaleza de esta "nueva" forma de teatro, ¿puede considerarse teatro a pesar de la falta del acto de comunión entre espectadores, actrices/ actores y demás? Si es que existe ¿este acto deja de ser real por ser virtual?. Estas son preguntas que seguramente se hicieron cuando surgió el radio-teatro y quizá aún no haya una respuesta certera, pero tenemos la certeza que habitamos un mundo globalizado con grandes olas de modernidad de las que el teatro no se salva. Esta invasión llamada modernidad ha hecho que los antiguos métodos teatrales migren a otros espacios. 

 

Gracias a la pandemia se ha dado reconocimiento a plataformas teatrales de acceso gratuito o de paga ya existentes cómo, La Teatreria, EspectáculosBCN, Teatrix, entre otras, es decir, que el teatro grabado no es una novedad, ha existido desde años atrás y las obras que se presentan son con meses e incluso años de antigüedad. Para nada se buscaba reemplazar la experiencia ulttasensotial del teatro sino que, se vio cómo una segunda ventana para la exhibición de proyectos.  Lo que sí es "reciente" son las transmisiones en vivo de las obras, para las cuales, compras una preventa, te registras en algún lugar y adquieres un link que sería tu boleto de entrada. 

 

Esta estrategia vence, pero trae consigo nuevos retos, uno de ellos es el manejo técnico para que las obras sean transmitidas con mejor calidad, tal como lo plantea Harold Olivares actor chileno y gestor de Teatralizate. En una entrevista realizada, menciona la posibilidad de que algunas disciplinas cinematográficas sean implementadas, para que el público virtual tenga una mejor perspectiva  de grabaciones e incluso de  videos en vivo de las obras. Esto es lógico si pensamos  que el teatro apela al espectador a partir  de sus sentidos, emociones y reacciones corporales, cosa que no podía ser posible si las tomas de grabación o transmisión siempre son las  mismas. Simplemente no es posible si nunca se enfoca la cara del personaje cuando su rostro muestra desesperación. 


Y no solo es pensar en la imagen, sino también en el sonido, ese estruendo de la voz que hace que el espectador salte de su butaca, que hace que se le acelere el corazón, que se enchine la piel y sobre salten los ojos. El sonido también debe ser considerado al momento de la transmisión para que el público pueda disfrutar eficazmente la obra, sin interrupciones y sin tantos espacios vacíos. Todo esto nos lleva a pensar que no sólo es una pantalla fría e inmovil, sino que detrás de ella, hay un gran esfuerzo de muchas personas que han tratado de llevarnos lo más cercano al teatro o algo parecido, hasta que salas y recintos teatrales sean abiertos. 


Muchas conclusiones inconclusas podríamos sacar respecto al tema, pero no cabe duda que el teatro online llegó para quedarse con o sin pandemia. Estas herramientas han exhibido una forma en la que el teatro puede expandirse: salas virtuales llenas de personas de todas partes del mundo, salas donde se exhiben obras internacionales. Esto es una gran ventaja considerando que el teatro está abandonado y no solo a causa de la pandemia, porque a pesar de que hay obras gratuitas, no son del interés de la gente. El teatro empieza una nueva etapa con su entrada a la virtualidad, nuevo espacio, nuevos métodos, nuevas narrativas; falta esperar ver el futuro que le espera.

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